domingo, 25 de marzo de 2012

Nos quedan muchos más regalos por abrir

1:14 de la noche de un sábado. En la parada de Metropolitano abro el portátil y el alma para gritarte en pocas líneas que te quiero. Que nunca había querido a nadie como te quiero a ti. No es muy poético, ni tampoco imaginativo. Siento no ser Iván ni Zahara para contártelo de forma más bonita. Pero es que no se me ocurre otra manera de decírtelo. Soy así de simple. Huelo a tabaco sin fumar, me río después del sexo y siempre llegó tarde. Tengo muchísimos defectos, y estando contigo es cuando me doy cuenta de ellos. Porque tú sí que eres perfecta. Aunque no te guste que te lo diga y prefieras que te lo cante. Perfecta.

He tenido que parar de escribir; llegaba el tren. Hasta tal punto llega mi desastrosidad, tan pendiente estaba de ti aunque no te tuviera delante, que me he ido en dirección contraria. Ahora estoy en Guzmán el Bueno esperando otro tren que me lleve a casa. Me da un poco de vergüenza todo esto. Es justo de lo que antes renegaba. No estoy contando nada. Sólo escribo, y escribo, y escribo, sin parar y sin sentido, porque lo único que me viene a la mente eres tú. Y ahora mismo también la canción “Piel Canela” (Me importas tú, y tú, y tú, y solamente tú, y tú, y tú. Me importas tú, y tú, y tú, y nada más que tú), pero al fin y al cabo es por tu culpa.

No sé si será para siempre. Juro y perjuro que me gustaría que lo fuera, pero no lo sé. Lo que sí sé es que desde el 1 de febrero cada día tengo un nuevo “mejor día de mi vida”. Que es imposible que tú me quieras más. Como mucho igual que yo a ti, porque más es imposible. Que me encanta verte dormir a mi lado. Que tus orgasmos son arte. Que no sé si tengo derecho a pedírtelo, pero te pido que nunca me sueltes. Que cuando lleguen los días raros me hagas un sitio entre tu piel. Que me sigas diciendo que estoy enfadadísimo como sólo tú sabes. Que nunca olvidaré tu camiseta negra de lunares blancos del primer día que te vi, ni el miedo que pasé cuando me dijiste que tenías dudas. Y tampoco olvidaré la primera vez que flasheé y me pasé toda la canción montando en mi mente un videoclip con momentos que hemos pasado juntos, y con otros que aún nos quedan por vivir. Muchos.

Sin ti estas palabras estarían vacías. No habría sentido para ellas, ni razón para mí. Felices, felicísimos veinticuatro.

1 comentario:

  1. ¿Sabes una cosa? No me asusta que la primera nunca sea la última. No me asusta tampoco que tú no seas el primero, que ya me hayan roto antes el corazón... No me asusta nada si sigues aquí, conmigo. Ni el pasado, ni el futuro... Soy valiente entre tus sábanas, y feliz en tus abrazos. Soy invencible cuando me dices que me quieres. Soy perfecta en nuestros días imperfectos. Perfecta si hacemos del caos un arte, si sigues rompiendo mis ventanas para entrar como el aire cada noche, para arroparme mientras duermo.
    Yo tampoco sé si seremos infinitos, o si algún día tendremos que echarnos de menos. Sin embargo, dure lo que dure esta historia, siempre merecerá la pena. Pase lo que pase.
    Y nunca (nunca es nunca, igual que siempre es siempre) podré olvidar el día que una sonrisa tuya significó un "todo va bien", el día que me robaron el mejor mes de mi vida (y sin embargo desafié al Karma y me quedé a tu lado), el beso más bonito de todo el Templo de Debod, el sonido de tu guitarra después del de los orgasmos, tu voz por encima de la de Andrés, tus llamadas de madrugada, nuestros enfados (que no lo son tanto)... Estaría escribiendo días enteros, pero nunca llegaría a describir lo feliz que soy desde el 1 de Febrero. Pequeña y feliz, toda yo. Con mis miedos y mis dudas, pero "enanonada" de ti por lo menos hasta 24. Te quiero muchísimo. Debería decírtelo más. Ya sabes lo borderline que soy... pero no lo olvides, vale?
    No olvides que eres mi color, mi canción y mi palabra favorita.

    Sí. Me he vuelto a poner el traje para rescatarte.
    Pero quédate a mi lado, sobre todo los días raros.
    ¿Promesa de dedo meñique?

    :)

    Te quiero. Con olor a mandarinas.

    ResponderEliminar