martes, 15 de septiembre de 2009

La Luna me sabe a Poco


Ocurrió el lunes 26 de enero de este mismo año. Recuerdo que el día apareció típico del mes en el que nos encontrábamos. A las 8:00 la carretera era tan poco transitada como de costumbre. La espesa bruma a penas dejaba ver para atarse los cordones, pese a que el Sol intentaba colarse. Qué grande el Sol. Cuando no brilla él, brilla su ausencia. Me gustarçia ser Sol de vez en cuendo. Pero ese no es el tema a tratar. Al menos no ahora.
Era la primera hora de la mañana. Nadie la esperaba, pero ella llegó. No venía sola. "Bueno, sé que estáis muy contentos de que haya llegado ya la sustituta de Laura", la presentaron entre risas. Cuando él salió entró ella. Medias, botas, y un relativamente corto vestido negro que hacía su larga melena rubia aún más llamativa.
La primera impresión fue extraña. No quería que estuviera allí, ya que aquello significaba dar clase. Sin embargo, a los diez segundos de que entrara en el aula ya se había ganado mi confianza.
Ahora, varios meses después, he de reconocer que no presté la más mínima atención a aquella primera hora de clase con la nueva profesora. Creo que ninguno de nosotros lo hizo. Por muchas ganas que tuviese ella de empezar el trabajo, nosotros no podíamos más que comentar su aspecto de profesora novata o su físico. Algo lógico, por otra parte.
Su imagen permaneció en mi mente durante el resto del día. Creo que nunca he tenido tantas ganas de ir a clase como la mañana siguiente. Aque día tuvimos clase a cuarta hora. Después, recreo.
Recogí mis cosas para marcharme. El último del grupo, como siempre. Ella aún estaba allí. "¿Qué tal lo llevas?" pregunté, más por interes real que por mero trámite. "Bueno, aquí andamos. Un poco acelerada. Pero bueno, parecéis buen grupo...". Aquella conversación se prolongó hasta el final del descanso. Diez minutos pasado el sonido del timbre, le dije "Voy a ir lléndome, que ya llego tarde a francés...". Realmente no qería irme, pero era lo que tocaba. "Quédate un par de minuos. No pasa nada, di que has estado ayudándome a llevar el cañón al departamento" dijo, y cerró la frase con un guiño acompañado de una leve sonrisa que, pese a que intentó evitar, reveló que ella también estaba disfrutando de aquel momento.
"Ojalá que el destino te vuelva a traer."
"Yo prometo llamarte, no lo olvidaré."
Todavía no la he vuelto a ver... Pero lo haré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario