miércoles, 2 de diciembre de 2009

Me equivocaría otra vez




-Algún día podrías escribirme una entrada.-

-Tal vez...-

-Te lo ordeno.-


Ante estas palabras, realmente no tenía muchas opciones, así que me senté pensativo a preparar mi próximo escrito. No sabía muy bien cómo empezarlo. Ni cómo acabarlo. Ni cómo mediarlo (qué bonito es inventarse palabras). Y como no sabía que escribir, escribí. Escribí del tiempo. De amigos a los que ayudar. De profesores que me marcaron. De otros. De superhéroes. De mí. De política. De Madrid2016. De las preguntas que se hacen las estrellas. De casi todo escribí esa noche. De todo, menos de lo que realmente debía escribir. De ella.


Así que repasé lo que habíamos hecho juntos. La primera impresión no fue buena. No está bien que lo primero que le digas a alguien sea que es rara y tímida. La segunda es casi peor. "Ven que te lea la mano". 'Las dos primeras cosas que le digo a una persona son la mayor mierda que se te puedan ocurrir', pensé recordándo esto. Pero la tercera fue algo mejor ya, aunque tampoco para tirar cohetes. "¿Por qué gritas? A mí me pondría nerviosa". Y la cuarta, es mucho mejor, pese a lo que pueda reflejar la frase "eres tonto e innecesario". "No te lo tomes así, pero no me fío de ti. Sería como si se lo dijera al primero que pasa."


Esta recopilación me llevó a afirmar que no sé por qué me gusta hablar con ella. No sé por qué disfruto cuando discutimos. No sé por qué sigo haciendolo y no sé si ella sentirá lo mismo. Pero me gusta. Y lo sabes.


-"¡No soy tímida y rara!"-

-"Ya, pero yo eso no lo sabía."


Y eso...

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