sábado, 25 de septiembre de 2010

Permíteme que dude

Ardían en el fuego sus esperanzas y la chimenea irradiaba un calor insoportable.
El arcón estaba a varios grados bajo cero y sus ilusiones se congelaban en el gélido frío.
Sin esperanza y sin ilusión, se dedicó a pasar la noche asesinando ideas.
A la mañana siguiente no había nadie. Sólo una chimenea y una nevera.

Prefiero no bailar a recoger tus pasos.

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